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Mujer, Diosa y madre sabia, Permite que tú triple esencia  Acojan vuestros espíritus con la gracia D

  • abrilperalesarias
  • 18 oct 2017
  • 7 Min. de lectura

Mujer, Diosa y madre sabia, Permite que tú triple esencia Acojan vuestros espíritus con la gracia De los altos y célibes cielos Para morar en ellos con en la esperanza De tus sueños y anhelos Diputada Zoyla Margarita Izidro perez

Para iniciar mi participación en tan notable día y quise hacerlo de una de las expresiones más sublimes de la humanidad que es la poesía, pues eso es lo que somos las mujeres una expresión viva de lo eterno, de la naturaleza y lo divino, pues como lo dije ser mujer es un eterno debatir entre la emoción y la razón, ya que mucho se ahondado en el tema de la emocionalidad femenina, sin embargo no podemos excluir la racionalidad a nuestra propia existencia, al hacerlo estaríamos limitando la mente creadora, la idea y el pensamiento capacidades superiores que nos ponen como entes de conciencia. Ello nos conlleva a la idea reflexiva de la naturaleza de lo femenino y develar la realidad de quienes somos, para ello es necesario contar nuestra historia no a través de las hojas de los libros, sino de nuestra piel. Pero tal pareciera que los hechos combativos de nuestro género han querido ser olvidados, introduciendo un velo de opacidad al desempeño femenino.

Centrémonos en la historia de nuestro País. Donde La batalla femenina por ejercer una participación proactiva ha estribado en luchas tan convulsivas como las gestas independentistas y revolucionarias, mismas en las cuales las mujeres hemos sido punta de lanza para llevarse a cabo. Es a partir de conseguir estos avances sociopolíticos, que era tiempo de dar el siguiente paso mostrar nuestra visión y valía desde los escaños político, consolidación de un derecho humano, esta decisión empezó formalmente con la publicación de la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana (1791) y en nuestro país existen registros que muestran que desde el siglo XIX las mujeres ya demandaban ciudadanía, justicia y equidad política. La lucha por conseguir el voto ciudadano de las mujeres mexicanas continuó durante varias décadas, pero no fue sino hasta el 17 de octubre de 1953, cuando las mujeres conseguimos lo que tanto deseamos: el voto. Consumando una realidad a la demanda de género y emprendimos una nueva cruzada contra la discriminación, marginación e inequidad. Hoy el mundo entero cuenta con líderes dinámicas, firmes defensoras de las transformaciones culturales y sociales; sin embargo, el espacio y la apertura para la participación política aún es limitado. El progreso de una democracia depende en gran medida de la existencia de una auténtica asociación entre ambos géneros púes aunque en lo discursivo se da en los hechos se evade pues solo falta ver nuestra constitución de 1917 que a pesar de ser una de las avanzadas en derechos sociales no nos reconoce a las mujeres como iguales. Ello nos despertó para ser activistas políticas en una serie de movimientos organizados a finales del siglo XIX y principios del XX. Los primeros logros con relación a la igualdad política electoral de la mujer surgen a partir de 1916, cuando en el sureste mexicano (Chiapas, Tabasco y Yucatán) se reconoce la igualdad jurídica para que la mujer pudiera votar y ser elegida en puestos públicos de representación popular. Pero a pesar de los logros alcanzados en las primeras décadas del siglo XX, es hasta 1947, durante el gobierno del presidente Miguel Alemán, cuando se nos reconoce a nivel nacional el derecho a votar y ser votada en los procesos municipales. Y más tarde, en 1953, el presidente Adolfo Ruiz Cortines expide la reforma a los artículos 34 y 115, fracción I constitucionales, en la que se nos otorga plenitud de los derechos ciudadanos. En 1993, por ejemplo, el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (COFIPE) recomendaba que los partidos “promovieran una mayor participación de las mujeres en la vida política del país”. Esta disposición no dejaba de ser una mera declaración de buena voluntad, pero, a pesar de ello, el hecho de que por primera vez se buscara abrir el camino a la reivindicación electoral del voto pasivo de las mujeres en un ordenamiento federal tuvo efectos positivos. Ya que, en la LVI Legislatura, el porcentaje de mujeres pasó del 8% a casi un 14% de participación en la Cámara de Diputados, y del 4% a un 13% en la Cámara de Senadores. No obstante, por muy diversas causas, el interés por el voto pasivo de las mujeres fue perdiendo su impulso inicial y no fue sino hasta 1996 cuando este tema se volvió a situar en el centro de la discusión Ese año se aprobó una reforma en la que se señalaba que, en sus estatutos, los partidos políticos considerarían que las candidaturas a diputados y senadores para un mismo género no excedieran el 70% del total. En 2002, en el apartado B del Artículo 75 del COFIPE, se estableció que las listas de representación proporcional se integrarían por segmentos de tres candidaturas y que, en cada uno de los tres segmentos de cada lista, habría una candidatura de género distinto. Además, en el apartado C del mismo Artículo, se enunció, por primera vez, un sistema de sanciones para los partidos que no cumpliesen con el mandato de la ley. En tanto que la Reforma Político- electoral del 2012 la reforma político-electoral incluyó el principio de igualdad sustantiva en el texto Constitucional y en las leyes secundarias tiene un significado histórico al reconocer como un derecho ciudadano y una obligación de los partidos la postulación igualitaria. El principio de igualdad no debe tener como propósito acentuar el carácter esencialista de la diferenciación sexual entre mujeres y hombres sino el de restituir el derecho humano a las personas que, por ser diferentes biológicamente, no han sido consideradas social y culturalmente como dignas representantes de la Nación en toda la gama plausible de intereses. Destacar que dichas diferencias no se constriñen sólo al género de las personas, lo que permitió reconocer que hombres y mujeres advienen lo público determinados también por la clase social, etnia, raza, edad, nivel educativo, orientación sexual, creencias religiosas, ideología política como factores constitutivos de la identidad de género. En concordancia con lo anterior NUESTROS DERECHOS político electorales y otros tantos no pueden ser concebidos como derechos limitativos de un grupo socialmente discriminado, pues desde la nuestra concepción divina las mujeres tenemos a cuestas pesada carga, de ser señaladas. Sin embargo aquí hago una inflexión ¿Que no tanto a Adán como a Eva fueron ambos desterrados del Paraíso imponiéndoles una penitencia compartida? ¿Acaso no la mitad de la humanidad desde entonces está compuesta por mujeres?, no compartimos la misma suerte que nuestros compañeros, pero no se trata de la simple complementariedad de los géneros o la forma específica en que compartimos el todo o de hacer distingos entre la “fuerza” de lo masculino o la ‘sensibilidad, armonía’ o cualquier otro atributo asignado a la categoría de lo femenino. Entonces por qué en los espacios de toma de decisión política; no se ha incluido si ambos géneros debemos mediar la relación social existente. Nuestro presente ya no es nuestro pasado, pero nuestro futuro dista mucho de la condición actual. La época del empoderamiento político por fin ha llegado aunque aún muy limitado. Para ello debemos corregir las distorsiones del mercado político se han creado nuevas legislaciones aplicado las cuotas de género; no obstante, hemos observado cómo siempre existe la manera de evadir la ley e imponer intereses antes que el equilibrio y la equidad democrática. Las cuotas de género son necesarias, más no suficientes. Necesitamos mecanismos que garanticen la calidad y no sólo la cantidad, reformas que propaguen la profundización de la democracia y no sólo obliguen a cubrir un objetivo de equidad. El derecho al voto femenino va más allá del derecho a emitir el sufragio durante cada proceso electoral; debe ser el reconocimiento a la igualdad, teniendo en nosotras las dignas representantes de una verdadera Democracia Participativa, comprendiendo de que sin la participación activa de las mujeres en todos los ámbitos de gobierno no se podrán conseguir los objetivos de igualdad, desarrollo y paz. Dejemos atrás los dobles discursos dónde por un lado nos alientan y por otro nos coartan nuestros sueños y derechos porque esa historia una servidora y luchas más mujeres hemos sufrido en carne propia. Por ello propongo que empecemos a hablar de igualdad sustantiva, ya que, a mi parecer no debería concebirse como la igualdad entre hombres y mujeres sino como igualdad de mujeres y hombres porque ésta última considera a la equivalencia humana como la base de la organización social, mientras que la primera aun sesga y enmarca ciertos matices discriminatorios. Pero para que esto se debe ser parte dela cultura general de todos los mexicanos sin distingos de género, debe incluirse dentro de los contenidos de la curricular cuando se diseñan los planes y programas educativos, pues como docente siempre he creído en el poder de las letras y un su gran valor de transformación, si les enseñamos a los niños que las diferencias biológicas no nos hacen Suplementarios, sino complementarios estaremos en vías de una nueva cultura social y democrática habrán más ciudadanos respetuosos de las Instituciones y más mujeres en política con una adecuada armonización del espacio público y el privado. Los grandes retos de la vida política no debe circunscribirse a una temporalidad, pues dos grandes del pensamiento coincidieron en un frase Bismarck y Churchill solo los verdaderos estadistas piensan en las futuras generaciones y los grillos en las próximas elecciones.

Me gustaría terminar esta breve participación con la siguiente reflexión En los próximos años habremos de consolidar una sociedad más informada y sensible a los derechos políticos electorales de todos los mexicanos, nótese que digo TODOS desde un ejercicio lingüístico que abarca la generalidad, al considerar que un tipo de violencia de género y discriminación también deviene de enfatizar la enunciación y distingo de los géneros o es que acaso no todos somos mexicanos y en este caso tabasqueños.


 
 
 

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